El dióxido de carbono es un agente gaseoso limpio, abundante y puede almacenarse en cilindros de alta presión o en tanques de baja presión. Se ha utilizado eficazmente como gas de extinción de incendios desde el principio del siglo XX.
Los sistemas de extinción por dióxido de carbono (CO2) se pueden usar para inundación total o aplicación local y son ideales para proteger activos de alto valor donde se requieren grandes cantidades de agente. Estos incluyen tanques de inmersión, trenes de laminación, centros de procesamiento de datos, bóvedas/almacenamiento de cintas y espacios de maquinaria marina.